Junio 2013
Un sábado por la mañana mientras caminaba por esta ciudad encantadora y con tanta diversidad étnica a lo largo del paseo marítimo frente a Granville Island me encontré con las playas de Sunset Beach, English Bay Beach y la bahía English Bay donde había varios barcos cargueros varados, lo que me llamó la atención pues no se veía puerto alguno.
Después comprendí porqué los barcos cargueros esperan su turno en la zona de la Bahía de los Ingleses, porque estar en puerto sale por día U$S 1.000.000. (entonces).
Llegué a una linda plazoleta con bancos, lugar especial para contemplar la bahía ubicada entre la Sunset Beach y la English Bay.
A un costado había un símbolo antiguo de la cultura “Inuit” llamado Inukshuk, tradicionalmente usado como marca o ayuda para la navegación.
En la arena de la Sunset Beach se veía gran cantidad de troncos de árboles, similares a los troncos que a modo de jangada bajaban flotando por el río y que había observado cuando me trasladaba en tren desde el aeropuerto, que se encuentra en una isla prácticamente deshabitada llamada Sea Island City, hasta la ciudad de Vancouver.
Esos troncos en la arena de la playa cumplían distintos propósitos, desde mesa donde apoyar los bolsos y toallas, respaldares donde apoyarse para los que toman sol en la arena, hasta sillas o banquetas donde sentarse.Claro, en un país con tantos bosques hay troncos que prestan múltiples servicios.
Por fuera de la playa y junto a ella para caminar por el parque hay dos sendas bien delimitadas inclusive en la dirección de las manos, una para peatones y otra para bicicletas y rollers, con una pequeña diferencia de altitud entre ellas.
Mientras caminaba por mi senda y mano notaba en la parte superior media de los bancos de madera que la bordean algo así como una plaquita con algo escrito. Creyendo que mencionaba la intendencia o autoridades que los habían colocado menuda sorpresa me llevé al acercarme para comprobarlo. Cada una de ellas había sido colocada «in memoriam», como participaciones de defunciones por parte de los deudos de personas fallecidas que manifestaban las cualidades y virtudes del familiar.
Buena forma de hacerse de bancos y su mantenimiento gratuitamente por parte del político que propuso o aceptó la metodología. Y magnífica idea para los caminantes que agradecen su abundancia y buen estado.
Aprovechando esa oferta tan agradable, me senté en uno de ellos y contemplé la bahía, los practicantes del paddle surf hacían gala de equilibrio y “savoir faire” remando sobre sus tablas, algunos con mayor gracia y éxito que otros.
El momento de tranquilidad fue propicio para un rápido pensamiento sobre la forma de colonización de esa zona de Canadá, la sucesión de hechos y como finalmente quedó para la corona británica, que en otra crónica comentaré. Eso me llevó a pensar que tienen o tuvieron los ingleses para que sus colonias queden tan prendadas (o prendidas) de ellos. Porque no solo están estrechamente relacionadas, sino hay también, en general, simpatía, admiración, cercanía afectiva.
La Columbia Británica mantiene (en todo el sentido de la palabra) un representante de la Corona Británica que participa de la vida social y política, aunque sea solo en ese carácter de representante. Los nombres siguen siendo ingleses y reales: «Georgia» (El rey Jorge) está en las calles, en los hoteles, en los parques, en los puentes, en las islas, etc. Ni hablar de Victoria ! Y la reina Isabel tiene también su importante cuota. A pesar del tiempo transcurrido a nadie se le ocurre cambiar los nombres. Será influencia, interés, costumbre, historia o afición a las testas coronadas.
Seguí caminando por la calle Denman Street para disfrutar la feria callejera del fin de semana con mesitas y sillas en la calle, bolichitos que vendían comida, flores, sombreros, sombrillas. Mucha gente mayor y también mucha gente joven. Compartí una mesita con chicos europeos comiendo los siempre accesibles y sabrosos fish & chips.
Y me detuve para observar un desfile callejero de modelos protagonizado por señoras mayores guapísimas y de muy buen ánimo y gracia.
Continué luego por Davie Street, en parte, una pequeña muestra del barrio Castro de San Francisco con casas pequeñas y jardincitos floridos para llegar al camino costero Coal Harbour y la costanera Norte entrando en el Harbour Green Park (HGP).
Allí hice un stop en un lindo café pequeño situado en una esquina con una ochava vidriada lo que permitía distintos frentes de observación. Luego de disfrutar del descanso y una rica patisserie emprendí la caminata por la Costanera Norte.
Les aseguro que disfruté plenamente de esa costa tan atractiva con los variados elementos que la acompañan, el paisaje del parque, los hidroaviones, la edificación moderna, los barcos de paseos y tours y la historia relatada en las planchas de acrílico (o algo similar) colocadas de tanto en tanto sobre una larguísima baranda al borde de la costa que informaban con ilustración y texto sobre la historia de Vancouver desde sus orígenes. Y de los personajes, buenos y malos que la hicieron.
Historias de «carboneros» (los magnates del carbón); de chinos que fueron ahorrando a fines del siglo XIX y se transformaron en empresarios en el siglo XX (el hijo de uno de ellos es el propietario de la cadena London Drugs que viene a ser mas o menos lo mismo que Walgreens o Farmacity); de crímenes por encargo; de prostitutas que terminaron dueñas de fortunas… Les aseguro que eran tan interesantes, tan precisos y resumidos que uno se tomaría el tiempo del mundo para leerlos a todos. Pero lamentablemente no lo tenemos y menos cuando viajamos.
Y así llegué al Puerto, ese Puerto fantástico con cruceros modernísimos (y supongo carísimos) que realizan durante el verano los viajes a Alaska.
Pero la crónica sobre el Puerto; sobre el barrio West Vancouver, el mas “paquete” de la ciudad, donde se llega cruzando el Puente Lions Gate Bridge (y su historia) y vive, según dicen, la gente mas rica y destacada (tal vez ahora el príncipe Harry, esto corre por mi cuenta); sobre los “Locos Lindos” de Vancouver, esa gente tan especial y simpática; sobre los magníficos jardines Butchard y la linda ciudad de Victoria y finalmente la mención del East Side, la zona de homeless oscurecida por el consumo de drogas varias y el fentanyl que tantas muertes causa, todo eso irá en la próxima que será “Cuentos de la Columbia Británica IV”.
Como siempre, van fotos lindas.
Agur !