Cuentos de Francia I *GIVERNY

2018

 

Cuando viajamos a Francia por primera vez, día por medio visitábamos L´Orangerie. La atracción por la obra de los impresionistas fue siempre grande, alimentada desde muchos años antes por las imágenes que una y otra vez solíamos contemplar en revistas, periódicos, libros de arte y de vez en cuando en la lectura de las subastas que realizaban las importantes firmas europeas y americanas.

Luego vinieron los museos que comenzamos a visitar en los viajes. Pero… siempre quedaba pendiente la visita a Giverny, ese pueblito de Normandía a orillas del Sena paraíso de Claude Monet y su numerosa familia, su segunda esposa y ocho hijos.

Finalmente en 2018 tomamos la decisión de viajar especialmente a Paris para poder visitar esos jardines magníficos y nenúfares flotantes bajo el puentecito japonés.

Y la casa, los dormitorios, el comedor amarillo y los cacharros de cobre colgados en línea en las paredes de la cocina, el salón de pintura, ambientes pequeños y amplios donde se exponen copias de sus cuadros. En fin, todo lo que se pudiera ver y conocer sobre el genial artista.

Un día de sol decidimos tomar el tren hacia Giverny en la Gare St Lazare para poder disfrutar con tranquilidad todo el día en el pueblo sin las prisas ni las limitaciones de una visita guiada de medio día ofrecido por una empresa de turismo.

El tren cómodo, completo con viajeros de todo el mundo y de todas las edades listos para disfrutar Giverny.

Un viaje placentero en tren nos dejó en la estación del pueblo y de allí un autobús nos acercó hacia un parking lot cerca de la zona en la que se encuentra la casa de Monet. Zona de casas bajas y pueblerinas con matas floridas en sus frentes.

Comenzamos a caminar por las calles zigzagueantes sin veredas contemplando las casas con jardines que asomaban por las puertas saliendo al exterior.

En nuestro camino encontramos un jardín colorido con un patio algo elevado hacia el fondo con un techo sencillo y un grupo de mesitas con sillas. Un pizarrón negro escrito con tiza blanca anunciaba distintos platos de comida, no mas de cinco.

Entusiasmados decidimos entrar a comer algo antes de dedicarnos por varias horas a recorrer la vivienda de Monet y sus jardines.

Con un sol glorioso comimos un menú bien francés y luego de saborear una exquisita creme brulée salimos ya para nuestro destino tan ansiado.

Al llegar a la casa de Monet, nos sorprendimos, por fuera una baja pared blanca con una cubierta de cal, lo que nos llamó la atención.

El acceso era solo para el despacho de las entradas, de allí pasamos a la tienda amplia de souvenirs con todo lo que uno quiere adquirir sobre Monet, libros, estampas de su casa, de sus jardines, de sus pinturas y todo lo atractivo y apetecible que exponen estas tiendas de arte.

De allí salimos por una escalera de pocos escalones que nos dejaba frente a un caminito ya dentro de ese enorme jardín tan prometedor.

Siguiendo un sendero bordeado de flores blancas, rosas, lilas, nos acercamos a la casa de dos plantas que detrás de canteros rojo sangre de malvones deslumbraba desde su altura.

La corta escalera verde de acceso a la galería de entrada hacía juego con las barandas y las persianas abiertas. Su largo frente combinaba el rosa y el beige claro en las molduras. Un anticipo de la belleza interior.

La ansiedad nos dominó de inmediato al entrar. No sabíamos por donde comenzar la visita, queríamos ver todo y nos costaba encontrar el orden de hacerlo. Luego todo tomó su camino posible, ya que varias personas hacían lo mismo.

Así visitamos esas habitaciones relativamente pequeñas, a excepción de una habitación larga, estilo sala donde había gran cantidad de copias de los cuadros, que en general ocupaban todos los ambientes menos la cocina. Subiendo una escalera hacia la planta alta pude ver uno de los cuadros que me gusta especialmente y es el de la mujer del artista pasando frente a una puerta cerrada con vidrios y mirando hacia el interior. Me parece encantador y sale un poco de su temática mayoritaria. Tanto que compré una copia y la tengo en mi escritorio, cada vez que dejo de escribir, miro unos segundos hacia delante y me encuentro con él.

Y así fuimos descubriendo poco a poco un mundo que fue.

Con todo su moblaje, sus detalles, sus pequeñas camas, sus sillones con apoya pies, sus lámparas, su comedor amarillo con láminas japonesas y unos armarios de madera clara que en sus puertas repiten la forma de la ola marina de la pintura del genial Hokusai; la magnífica cocina de época con todos los cacharros y utensilios de cocina de cobre colgados en fila sobre una de las paredes.

Aseguran que todo lo que se encuentra en la casa es original.

Todo trasuntaba una composición tan armónica y bella que nos trasladó a una época romántica gratamente imaginable.

Era tal la ansiedad de guardar en nuestra memoria todo lo que veíamos que recorríamos una y otra vez los lugares sin decidirnos a salir y no fuimos los únicos en esas recorridas “bis”.

Cuando finalmente salimos con el firme propósito de comenzar con los jardines sin regresar a la casa, desde la puerta de la casa divisamos la Arcada Enramada del centro del jardín. Era el “Clos Normand”, la bella obra de Claude Monet.

Es imposible describir la belleza de ese enorme jardín y mas aún la variedad de flores, plantas y árboles. Todo lo que uno pueda imaginar y más.

Y luego el jardín de agua con los nenúfares rosa, blancos, amarillentos, de inspiración japonesa, que formando islotes se ubican en distintos grupos cercanos al verde puentecito japonés.

Se calcula que este jardín del lago fue pintado por Monet cuarenta y cinco veces.

Trataré de sintetizar lo que les cuento con algunas fotos que ilustraran lo vivido.

Luego de comprar algunas cosas en la tienda, decidimos caminar hacia la iglesia dedicada a Santa Radegonde caminando “en subida” pues el pueblo está situado en una colina.

Detrás de la iglesia se encuentra el cementerio donde tuvo sepultura toda la familia Monet. En mármol blanco y rodeadas las tumbas de plantas y flores se leen los nombres de los miembros.

Al atardecer comenzamos nuestro camino colina abajo hacia el parking lot donde se encontraban los autobuses que llevaban a los visitantes hasta la estación de trenes. El sol ya empalidecía cuando el tren partió de Giverny rumbo a Paris. Fue un día tan satisfactorio que nunca olvidaremos.

Agur!

Van fotos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 opiniones en “Cuentos de Francia I *GIVERNY”

  1. Belcha! Tu descripción en Giverny invita! Tan rica en detalles y sensaciones, me permitieron realizar ese viaje imaginario al Mundo Monet…esa riqueza absoluta de flores y Jardines con nenúfares que son una Gloria! El detalle de las fotos registradas son un encanto! Ahí entendí ese efecto loop que tanto nos sucede cuando estamos en sitios que nos llegan al alma y nos transportan verdaderamente! Gracias por tanta pasión y por tan hermoso recorrido del padre del impresionismo! Y gran jardinero que creó un auténtico paraíso en la tierra! Yo tbm Amo sus obras! Por eso una vez más, una delicia cada uno de tus detalles!

    1. Gracias María Elisa por tu interesante comentario. Tal como lo manifestas es un mundo de belleza y uno siente la calidez del mensaje de Monet en toda su obra. Fuerte abrazo y ya nos veremos !

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