2016
Ya en el ICE, tren que nos llevó desde Copenhagen a Hamburgo, ciudad que ansiábamos conocer, nos dispusimos a disfrutar de otro viaje en tren en nuestras vidas, siempre una aventura y no nos defraudó.
Tren moderno, confortable y rápido. Los horarios se cumplen puntualmente. Disfrutábamos del paisaje colorido y soleado cuando promediando el viaje vimos que teníamos el mar por delante, lo que nos llenó de curiosidad la forma en que iríamos a cruzarlo. El tren fue aminorando la velocidad acercándose a una estación. Pensando en esta incógnita, nos sorprendió la policía (personal uniformado) caminando por el pasillo central y observando atentamente a los pasajeros mientra recorrían los coches del tren.
Poco tiempo después, cuando el tren reiniciaba su marcha, incierta para nosotros por el mar que teníamos por delante, vimos en lo andenes laterales caminar junto al personal policial un pasajero al que habían hecho bajar del tren y suspender su viaje. La requisa había resultado exitosa sin que nadie del pasaje supiera el motivo.
Repentinamente y sin que nos diéramos cuenta el tren enterito estaba entrando a un barco, o transbordador, con nosotros adentro! Una vez logrado el cometido, recibimos la orden todos los pasajeros de salir del tren y dirigirnos a las cubiertas altas.
Lo hicimos llenos de expectativas, al menos nosotros, por conocer esas cubiertas y el paisaje de la travesía. Estos viajes cortos en barco nos colman de inquietud y entusiasmo anticipado por la navegación y lo entretenido que resultan sus pequeños negocios, los bares, los dulces.
El cielo claro y azul prometía poder disfrutar del trayecto. Y empezamos a elegir una de las mesas colocadas a ambos lados de la cubierta externa para no perdernos el sol, el paisaje, el mar, las costas…. Cuando mirando hacia la proa vimos de frente un manto lechoso del cielo al mar que lo cubría todo, el barco y la niebla se acercaban inexorablemente. No lo podíamos creer! Nuestro disfrute visual desaparecía en la niebla.
Nos sentimos pasajeros de un buque fantasma en una película de filibusteros o peor, dentro de un film de Stephen King.
Bajamos rápidos a la cubierta inferior del barco para lograr alguna mesa. Todas ya estaban tomadas, aunque nos quedó el recurso del mostrador de un Starbucks y sus pequeñas mesitas.
Entre el café, los muffins, las visitas a los negocios de objetos típicos se nos pasó el viaje por mar, que no vimos, y la niebla. Y rodamos por territorio alemán camino a Hamburgo.
Ya acomodados en Hamburg o Hamburgo decidimos comenzar por la plaza del Ayuntamiento o Hamburger/Hamburg Rathaus en el barrio Altstadt del centro de la ciudad.
Un magnífico edificio que fue construido luego que el edificio anterior fuera víctima del incendio de mediados del siglo XIX. Es enorme, según comentan tiene más habitaciones que el palacio de Buckingham. Allí no solo está la oficina del Alcalde sino también las salas de reunión del Parlamento y el Senado de Hamburgo.
Luego caminamos por la calle Mönckebergstrasse la calle comercial mas popular, contemplamos el antiguo Correo, el puerto, el lindísimo edificio de la Filarmónica del Elba, río que bordea la ciudad, y finalizamos el día visitando (o instalándonos) en el Shopping Alsterhaus perteneciente al grupo KA DE WE que posee la trilogía de negocios mas atractivos de Berlin, Munich y Hamburgo. Shopping del que hablara ya en la crónica Cuentos de Alemania I.
Las cafeterías, confiterías, heladerías, restaurantes, en general todos los lugares donde uno puede comer, beber, disfrutar de momentos agradables en las mañanas, mediodías, tardes, noches, son en general espléndidos tanto en su estructura como en el servicio que prestan, una delicia total.
Nos quedó pendiente el puerto de ultramar y la visita a las islas Frisias Orientales del Mar del Norte en verano.
Agur !
Van fotos.